La ciudad de Madrid ha convertido la lucha frente al cambio climático en uno de los principales retos de la gestión pública municipal. Alineado con las agendas urbanas internacionales y el cumplimiento de los ODS, Madrid ha aprobado estrategias y planes que expresan el compromiso por el clima, destacando su participación en la Misión 100 Ciudades Climáticamente Neutras en 2050. Entre el conjunto de proyectos que abordan este reto destaca el Bosque Metropolitano.
Se trata del mayor proyecto de infraestructura verde de Europa, con una superficie de 35 000 hectáreas y una propuesta de 4910 hectáreas a reforestar empleando técnicas de restauración de suelos y plantaciones de especies autóctonas con bajos requerimientos hídricos. Se cambia el concepto del verde urbano para aproximarlo a la vegetación característica del piso bioclimático mesomediterráneo, adecuada a la reducción de la disponibilidad de agua y al incremento de temperaturas, que se suman a la pérdida de biodiversidad y a la necesidad de integrar la naturaleza en las ciudades.
Se trata del mayor proyecto de infraestructura verde de Europa.
Una nueva infraestructura verde que se integra en la ordenación territorial con la intención de rematar el crecimiento de la ciudad mediante un cinturón verde, poniendo en valor suelos en desuso, deteriorados y sometidos a una fuerte presión urbanizadora, y generar un nuevo modelo del territorio al servicio de un desarrollo sostenible como prescribe la Ley de Suelo.
La importancia del Bosque para Madrid se basa en los múltiples beneficios sistémicos que se reconocen a la infraestructura verde. Más allá de los climáticos, aparecen beneficios ambientales y sociales más amplios que se han venido a denominar servicios ecosistémicos. Junto a la mitigación del cambio climático por captura y absorción de CO2, la infraestructura verde favorece la reducción de la contaminación y del agua de escorrentía, incrementa la producción de oxígeno y mejora la biodiversidad. La salud del medio ambiente influye de manera directa en la de las personas, al propiciar una vida más activa con mejor calidad ambiental y mejorar los hábitos de alimentación, accediendo a una agricultura de proximidad que también forma parte de la infraestructura verde.
La salud del medio ambiente influye de manera directa en la de las personas.
Para organizar y gestionar el proyecto, se implementan varios instrumentos ejecutivos que se están llevando a cabo en paralelo: i) los Planes Especiales para la Protección y Ordenación del Medio Urbano y Natural de las cinco áreas territoriales en que se ha divido la infraestructura verde, ii) los proyectos de intervención en los espacios más relevantes, y iii) las actuaciones para la adquisición de suelo.
Los cinco Planes Especiales ajustan sus determinaciones de ordenación al régimen urbanístico del suelo, con el objetivo de regular en un único documento -y con una visión integral y comprensiva del conjunto del territorio- la totalidad de procesos de planeamiento, urbanización, gestión urbanística y protección de elementos del medio a preservar que precisa la materialización de la infraestructura verde.
Así, la profundidad normativa de los Planes variará desde la definición de las actuaciones de urbanización y reforestación, de los cambios de ordenación pormenorizada en algunos ámbitos y el establecimiento de reservas de suelo para incorporar al patrimonio verde público, hasta el establecimiento de entornos de influencia del Bosque que orientará ulteriores modificaciones del planeamiento que aseguren la continuidad de la infraestructura verde o la asignación de los tipos de bosque y formaciones vegetales y de la red de caminos y de conectores.
Como novedad, los Planes Especiales asignan una nueva zonificación de “parque periurbano” a los efectos de regular una gestión del territorio a través de acuerdos entre propietarios, ayuntamiento y entidades de custodia para la custodia del territorio, que compatibilicen los derechos de los propietarios en suelo no urbanizable con la conservación de la biodiversidad y el uso sostenible del patrimonio natural.
Los proyectos y obras en curso afectan a un amplio territorio, que se divide en las cinco zonas territoriales mencionadas, pero las actuaciones tienen objetivos territoriales comunes: la protección de los valores ambientales, históricos y patrimoniales presentes, la restauración de espacios muy degradados y sin suelo fértil y su reforestación y naturalización. La reforestación propuesta genera un mosaico de diversos tipos de formaciones vegetales, desde el bosque mediterráneo a los bosques húmedo, urbano, frontera de infraestructura, productivo y bosque de matorral xérico, dependiendo de la composición de los suelos y la presencia de agua.
El Bosque se articula a través de una gran avenida forestal que favorecerá la movilidad peatonal y ciclista, incidiendo directamente en la movilidad urbana y la conexión entre barrios ahora desvinculados. La infraestructura verde se complementa con un sistema de más de 30 ecoconectores para garantizar la continuidad física y ecológica y hasta 13 equipamientos que ofrecerán servicios a la población de tipo social, deportivo, cultural, y también actividades ligadas al mantenimiento y producción del bosque y a la investigación y educación ambiental.
Se identifican en el territorio grandes proyectos que serán las “zonas núcleo” de la infraestructura con la mayor extensión y mayor riqueza ecológica. Son los suelos no urbanizables que forman parte del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, la Nueva Centralidad Este, el Cerro Almodóvar, el nuevo bosque en los grandes Desarrollos del Sureste, la restauración del Río Manzanares y de los arroyos del oeste de Madrid.
Estos proyectos generarán una nueva identidad de Madrid, hasta la fecha más identificada con las imágenes de la ciudad construida, edificios y parques históricos. Un skyline rodeado por un cinturón verde se convertirá en la nueva seña de identidad y puede convertirse en un modelo de referencia para otras ciudades.
Autor/a: Silvia Villacañas Beades y José M.ª Ortega Antón