La respuesta a los retos de desarrollo y sostenibilidad pasa por la puesta en marcha de políticas públicas orientadas a las Smart Cities. El concepto de Smart City aúna tres elementos clave: las personas, las TIC y la sostenibilidad. Y su enfoque se centra por completo en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, sin descuidar en ningún momento la participación activa que deben desempeñar en la sociedad civil.
El concepto de Smart City aúna tres elementos clave: las personas, las TIC y la sostenibilidad.
En un entorno de ciudad inteligente con internet de las cosas, una de las principales preocupaciones es la gestión eficiente de la energía, porque, a medida que crece la población, la demanda de electricidad debe satisfacerse con recursos limitados. Además, el alumbrado público se ha consolidado como una de las principales formas de intervención urbana, debido a que las zonas bien iluminadas contribuyen a reducir la delincuencia callejera y también estimulan el desarrollo de zonas más segregadas de la ciudad. Además, en una ciudad, la iluminación de zonas residenciales, hospitales y vías públicas es esencial.
En la actualidad, alrededor del 10 % del total de la energía distribuida es consumida por el alumbrado público, lo que significa que una gestión y un control eficaces de los sistemas de iluminación en una Smart City requieren de políticas públicas de alumbrado inteligente, ya que una de las grandes ventajas de estos sistemas es que reducen el gasto eléctrico y los costes para los ciudadanos. Es así como surge el llamado Sistema de Alumbrado Inteligente, que es un sistema de control de alumbrado automático e inteligente, gestionado de forma centralizada o distribuida a través de diferentes protocolos de comunicación, mediante dispositivos y sus respectivos sensores, al igual que los dispositivos de medición de la calidad del aire.
Una gestión y un control eficaces de los sistemas de iluminación en una Smart City requieren de políticas públicas de alumbrado inteligente, ya que una de las grandes ventajas de estos sistemas es que reducen el gasto eléctrico y los costes para los ciudadanos.
El primer paso que se dio hace unos años fue la sustitución de las bombillas en la vía pública, pasando de las bombillas incandescentes a las bombillas LED, algo que aportó importantes mejoras desde el primer momento, permitiendo un mayor ahorro energético (en torno al 70 %). Además, hay que tener en cuenta que las bombillas LED son más duraderas, de menor tamaño, y tienen menores costes de mantenimiento en comparación con las bombillas incandescentes.
En este post, le traemos un ejemplo que ha dado grandes resultados y que debería verse como algo a replicar en otras ciudades: el caso del municipio de Figueira da Foz. Implantado en 2022, el mayor ejemplo de sistema de iluminación inteligente visto en Portugal ya ha dado varios resultados:
- un ahorro aproximado de 3,4 millones €/año;
- una reducción de la contaminación atmosférica (emisiones de dióxido de carbono —CO2—), fijada en 1.650 toneladas/año;
- una reducción anual de 11,5 GWh/año (vatios/año), el 80 % de los cuales se destina a la producción de energía.
Además, como este sistema se basa en la implantación de sensores, también permite controlar las zonas de mayor y menor tráfico, así como controlar los niveles de calidad del aire. Según la información ofrecida por el Ayuntamiento de Figueira da Foz, en 2022, la inversión inicial —siete millones de euros— se amortizará en tres años.
Además, como este sistema se basa en la implantación de sensores, también permite controlar las zonas de mayor y menor tráfico, así como controlar los niveles de calidad del aire.
Figura 1 – Ciclo de Funcionamiento
Así, la principal funcionalidad de los proyectos de Smart Cities a partir de este proyecto «SMART IP» es que el sistema de alumbrado público funcionará «en bloque», estando conectado a una red en la que podrán cooperar diferentes usuarios para el entorno de iluminación. Como resultado, este sistema tendrá una mayor autonomía en caso de averías o fallos de funcionamiento; es decir, automatizando el sistema de encendido de las lámparas, el sistema podrá ahorrar energía, por ejemplo, apagando las lámparas que estén encendidas innecesariamente.
Para concluir, a través de este ejemplo podemos ver cómo es posible elaborar y aplicar políticas públicas «simples» que pueden marcar una clara diferencia en las cuentas públicas del municipio y de sus contribuyentes. Medidas que ahorran dinero al municipio y al contribuyente, aportando consecuentemente calidad de vida a los ciudadanos y reduciendo la contaminación atmosférica provocada por el llamado alumbrado común que vemos en la mayoría de los municipios.
Autor/a: Alexandre Santos Serra